Primer día. La llegada a Granada.

Un autobús lleno de personas (y maletas) ilusionadas, un camino que duró más de 3 horas y 1452 canciones seguidas que sonaban desde el fondo del autobús por parte de X voces que acabaron corrompiendo la acústica del vehículo y los tímpanos de muchas personas. Que aunque empezaron quejándose, hubo algún que otro tarareo a lo largo del viaje. 

Nos tomamos un pequeño y merecido descanso para afinar las voces y para tomarnos algo.  Vimos la nieve (para algunos, por primera vez) y al terminar, nos volvimos al autobús y seguimos nuestro camino hasta llegar a la nieve de nuevo.

Año 2012, 17 de febrero, las tropas despistadas fueron las más afectadas, se crearon trincheras y prensadas bolas de nieve fueron armadas por valientes soldados, dirigiéndose directamente hacia caras ajenas sin piedad alguna. Hubo placajes bestiales que rompieron columnas vertebrales y algunos soldados despistados probaron el sabor de la nieve.



Y por fin, después de la Gran Batalla (2012), llegamos a nuestro destino; Granada.  Después de un par de despistes con las maletas, nos dirigimos a la que sería nuestra casa durante los próximos 5 días. Con nosotros mismos como vecinos, con pasillos estrechos y largos, que unían las puertas de nuestras habitaciones, pudimos disfrutar comunicándonos a gritos, risas y carcajadas. Con cuidado, claro, de que no se enteraran en recepción, aunque no nos importaba demasiado ya que... relucían las ganas de disfrutar de un viaje que no volvería a repetirse jamás.
Y ahora, con un voto de confianza de los profesores, comimos solitos y libres en la Plaza de las Flores, acompañados por un simpático perro que deambulaba por allí y nos acompañó por ese rato.